Simple, a secas, es un sistema de gestión de dinero basado completamente en una plataforma digital —no es un banco físico— que resuelve lo que podría ser muy complejo a través de una experiencia… sí, simple.
Por tratarse de un servicio que se utiliza enteramente en Internet, su aplicación tiene una importancia trascendental. Dustin Barker es el Director de Ingeniería Móvil en Simple, el encargado de desarrollar una app que, además de una experiencia de uso estelar, ofrezca al usuario una confianza tal, que no lo haga dudar ni por un segundo de la seguridad de la plataforma.
¿Cómo hacen para que sus usuarios se sientan seguros y confiados al usar la app de Simple?
Como los mecanismos que usamos para proteger la información de los usuarios no están a la vista, la sensación de seguridad tiene que venir de las interacciones. Aunque vamos «más allá» para proteger nuestras aplicaciones móviles, muchas veces son los detalles que no tienen nada que ver con la seguridad, los que hacen que los usuarios se sientan tranquilos.
Brindamos confianza a través de la calidad. Una aplicación que responda y sea estable es fundamental, ya que, una alta calidad exterior le da una base a los usuarios para asumir lo mismo del interior de la app —y por lo tanto— mayor seguridad.
Adicionalmente, pasamos mucho tiempo diseñando otros mecanismos de seguridad que los usuarios sí pueden ver. Funciones como la «autenticación multifactor» que usamos para enviar pagos, son esenciales no solo para proteger la interacción, sino también para construir la confianza de nuestros clientes mientras usan Simple.
Dustin fue también ideólogo de la forma de trabajo mobile first, que privilegia el diseño de la app para móviles antes de hacer la web de escritorio; una metodología que, aunque últimamente está en auge, aún no muestra claras ventajas respecto al proceso tradicional.
Si miras hacia atrás, ¿cuáles crees que han sido los beneficios más importantes de esta manera de trabajar?
Nuestro enfoque en móviles nos da ciertas limitaciones para trabajar y nos ayuda a tomar decisiones. Parámetros como el tamaño de la pantalla, la duración de la batería y la conexión a Internet nos obligan a reducir las funciones a lo esencial.
Las aplicaciones para móviles se usan en contextos con distracciones —como esperando en una cola o durante una conversación—, entonces, usamos este conocimiento para tomar decisiones acerca de cómo hacer cada interacción tan eficiente e informativa como sea posible.
Cuando pensamos acerca de una función, no nos limitamos solo a pensar en aquello que se encuentra entre la pantalla y el usuario, sino también en dónde se encontrará, qué podrá estar haciendo mientras interactúa con la app y cuáles son sus necesidades en diferentes contextos. Estas consideraciones nos ayudan a descubrir detalles acerca de una función que de otra forma podrían pasarse por alto.
Y después de la aplicación para iPhone, ¿qué viene? Una versión para Android, claro. Dustin también nos cuenta lo que aprendió de la experiencia de desarrollar primero para iOS y lanzar, unos meses después, la versión para Android, dirigida a un tipo de usuario diferente:
Uno de nuestros objetivos principales al desarrollar Simple para iPhone era hacer todas las interacciones tan intuitivas como fuera posible. Para conseguirlo, nos apoyamos en el lenguaje que sabíamos que resultaría familiar para nuestros usuarios. Para lograr la misma meta en Android, claramente no podíamos usar el mismo lenguaje que en iOS. Tuvimos que empezar desde cero, así que re-imaginamos Simple usando solo arquitectura Android y el resultado fue una aplicación consistente con nuestra marca, que ofrece una experiencia única para estos usuarios.
En las primeras versiones de Simple para Android, aprendimos a refinar y a simplificar cada función. También aprendimos cuáles aspectos de la app eran particularmente complicados o propensos al error. Si bien el diseño para Android fue completamente nuevo, pudimos empezar a construir a partir de Simple para iPhone.
Desde el lanzamiento de la app para Android, las decisiones de ingeniería que hemos tomado también han sido llevadas a la versión para iOS. Por ejemplo, sabíamos que la lista de categorías en versiones anteriores de la app para iPhone estaba lejos de ser la ideal. Cuando estrenamos un diseño para esa lista en la primera versión para Android —una vez que vimos que tenía éxito— lo trasladamos a la aplicación para iOS y nuestros usuarios quedaron encantados con el resultado.
Ahora estamos en un punto donde podemos dejar que nuestras experiencias en ambas plataformas se enriquezcan mutuamente y podemos probar diferentes cosas para explorar qué funciona mejor en cada una.
Además de las aplicaciones para móvil, también está la web. En un servicio de gestión de dinero algunas operaciones pueden ser difíciles de resolver desde la pantalla de un teléfono y es mejor dejarlas para los ordenadores de escritorio, en la comodidad del hogar.
¿Cómo hacen para decidir cuáles funciones tienen sentido en el móvil y cuáles no?
Las funciones de Simple pueden ser divididas en aquellas para analizar las finanzas —reportes o declaraciones— y las que sirven para controlarlas —enviar un pago, transferir dinero, depositar un cheque, etc.—; en estas últimas se enfoca nuestra app para móviles, pues son las funciones que nuestros clientes necesitan fuera de casa. Pueden leer un recibo, tomar el teléfono, abrir Simple y enviar un pago en segundos y en pocos pasos. Las funciones para analizar las finanzas podrían tener un lugar en la aplicación eventualmente, pero aún estamos buscando formas de optimizar estas interacciones.
Las aplicaciones de Simple son una gran inspiración para diseñadores y desarrolladores que sueñan con un producto con una apariencia visual pulida, sin descuidar aspectos funcionales, ni de negocio. Contrario a lo que pueda parecer al principio, esto no es una quimera. Dustin revela su proceso de trabajo para conseguir un producto visualmente atractivo que funciona estupendamente:
La clave de Simple ha sido evolucionar continuamente el diseño a medida que se implementan las funciones. Nunca dejamos de diseñar la interfaz y no vacilamos si tenemos que revisar las decisiones, aun cuando el proceso de construir una función está muy avanzado.
Cada función empieza con una etapa de diseño, durante la cual los ingenieros ofrecen comentarios —técnicos y estéticos— a los diseñadores. Una vez que tenemos una visión sólida, empezamos a desarrollar, sabiendo que la fase de diseño aún no está terminada. A medida que desarrollamos, descubrimos cómo «se siente» el diseño en una pantalla táctil y esto conduce a nuevas ideas acerca de cómo debería verse y comportarse la función. Para tener feedback constante, enviamos cada noche una versión a cada empleado.
Siempre estamos buscando formas de mejorar cada función y nunca damos ninguna función por terminada. Esto solo es posible porque nuestros ingenieros y diseñadores trabajan en conjunto y colaboran constantemente.